Cuando estuvieron delante de mi barandilla continuaba sin ver la cara de la mujer porque el toldillo la ocultaba completamente, pero veía parcialmente la del hombre.
Estos labriegos secos, de faces polvorientas, cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin ver la la largura monótona de los surcos en los bancales.