Los chulapos madrileños vestían con chaquetilla o chaleco con clavel en la solapa, pantalones oscuros y ajustados, gorra negra a cuadros, botines y pañuelo blanco en el cuello.
Alejada de los habituales chulapos enfundados en sus robots omnipotentes, los protagonistas eran currelas, gente normal, con sus historias, sus miserias, polis de barrio con robots como herramienta de trabajo.