Es decir, sin ninguna formación, ni experiencia, ni orientación de carácter revolucionario, si no, precisamente lo opuesto: el conservadurismo y la anti-revolución.
Allí tenía mi emparrado, como solía llamarlo, que conservaba siempre en buen estado; es decir, manteníal seto que lo circundaba perfectamente podado, dejando siempre la escalera por dentro.