Había entre la chusma dos galeotes que remaban muy mal, y a quienes el arráez levantino aplicaba de cuando en cuando sendos latigazos en las espaldas con el rebenque.
Como dicen en algunos pagos, quizás una profesión extinguida, una casta de hombres que se atreven a domar un caballo potro, quizás a lo gaucho, a puro rebenque y espuelas.